Uno de los aspectos más frustrantes del “debate” de los alimentos orgánicos es el hecho de que la conversación parece estar estancada debatiendo si los alimentos orgánicos son más densos desde el punto de vista nutricional que los alimentos cultivados convencionalmente.
Entonces, cuando los estudios muestran que no obtendrás más vitaminas comiendo productos orgánicos, los productores convencionales usan eso para criticar la agricultura orgánica. Lo llaman elitista, innecesario e incluso dan a entender que los consumidores orgánicos son… bueno, idiotas.
El problema es que la cuestión de si se puede o no obtener más vitamina C de una naranja orgánica es completamente irrelevante. Tal vez tal vez no. Pero no hay duda de que evitar los pesticidas y herbicidas es más saludable que comer alimentos recubiertos con ellos.
En una escala mayor, centrar la conversación casi por completo en la elección individual y la salud individual también es un error. Ya sea que los alimentos orgánicos sean o no mucho más saludables para los consumidores a largo plazo, no hay duda de que La agricultura ecológica es más saludable para el planeta.
¿Caso en punto? Resulta que la agricultura industrial está drenando el suelo de fósforo, un nutriente esencial necesario para la agricultura y la vida misma. Eso no es una exageración: los seres humanos, como todas las demás formas de vida en la tierra, dependen del fósforo para crear células sanas.
A lo largo de la historia, los agricultores tradicionalmente mantuvieron el suelo rico en fósforo mediante el compostaje de desechos vegetales y el uso de fertilizantes de estiércol. A mediados del siglo XX, todo eso cambió. Empezamos a extraer fósforo de la propia Tierra y en su lugar utilizamos fertilizantes químicos. No es difícil entender por qué: simplemente rociar un poco de fósforo en su campo es más barato y mucho más fácil que el compostaje.
Sólo hay dos problemas con este enfoque. La primera es que los cultivos no absorben completamente las grandes cantidades de fósforo. Se filtra en las vías fluviales cercanas. Se propaga en lagos y ríos. ¿Y una vez que está allí? Provoca la proliferación de algas que crean zonas muertas en el agua, devastando el ecosistema local.
El otro problema obvio es que nos estamos quedando sin fósforo para la mía. Y cuando el mundo comience a quedarse sin fósforo barato en las próximas décadas, las personas más pobres del mundo morirán de hambre.
La buena noticia es que podemos evitar esta catástrofe. No será fácil, pero una combinación de consumir menos carne, reducir el desperdicio de alimentos y cambiar a técnicas agrícolas que conserven los nutrientes del suelo ayudará a reciclar el fósforo en lugar de desperdiciarlo. En las próximas dos décadas, la agricultura tendrá que volverse más sostenible para poder sobrevivir.
Entonces, la próxima vez que alguien intente decirle que comer orgánico es elitista, está de moda o no hace la diferencia… Hágales saber que solo está haciendo su parte para ayudar al resto del planeta.