La carne artificial podría cambiar los enfoques dietéticos y mejorar los niveles de contaminación

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Parece que, en las últimas décadas, el vegetarianismo y el veganismo han ido ganando terreno rápidamente a escala mundial, por varias razones. Por un lado, algunos adeptos a este estilo de vida dietético basan su decisión en las cuestiones éticas que plantea el consumo de subproductos animales, ya sean carnes, huevos u otros tipos o productos. En este sentido, surge también una vertiente histórica de esta corriente que vincula a los dos movimientos con varias religiones de todo el mundo, desde el hinduismo y el budismo, hasta la fe musulmana, pasando incluso por las épocas de cuaresma practicadas por cristianos (tanto católicos como católicos). como ortodoxos) y por los creyentes mosaicos.

Desde una perspectiva evolutiva y biológica, ciertos veganos y vegetarianos creen que comer productos animales no es adecuado para el metabolismo humano. A pesar de que la especie humana existe desde hace unos 200.000 años, algunos se adhieren a la opinión de que hemos estado comiendo carne durante mucho menos tiempo (aunque los descubrimientos arqueológicos recientes apuntan al hecho de que los humanos comían carne hace 2,5 millones de años). Por último, pero no menos importante, están aquellos que optan por dejar de comer carne, lácteos y/o huevos por motivos de salud, ya sea como medio para combatir padecimientos actuales, o como medida profiláctica.

Sin embargo, investigaciones recientes tienen la posibilidad de refutar al menos algunos de esos argumentos, al parecer. En octubre de 2012, un equipo de científicos holandeses anunció que estaban en camino hasta crear el primer sistema del mundo para la producción en masa de carne de laboratorio. Se ha conjeturado que este descubrimiento podría cambiar los hábitos de consumo de los vegetarianos, alterar la percepción que los consumidores omnívoros con conciencia ecológica tienen sobre la carne y afectar drásticamente los rendimientos de las granjas de carne en todo el mundo.

Los recientes avances científicos demuestran que la carne se puede crear de manera eficiente en un entorno de laboratorio. El proceso, sin embargo, suena todo menos atractivo, y numerosos expertos de los medios se preguntan si tales métodos de producción de carne podrían alguna vez convencer a los consumidores de cambiar a hamburguesas o bistecs ‘cultivados en laboratorio’. Esencialmente, la carne se produce recolectando una pequeña muestra de células de un animal vivo, y luego replicando esas células en trozos de tejido similares a músculos, que han sido probados y confirmados como totalmente seguros para el consumo humano.

Por supuesto, la carne se puede consumir de manera saludable en el momento actual. Este artículo destaca la eficacia del estilo de vida dietético de Weight Watchers, que fomenta una dieta equilibrada que también incluye proteínas animales en forma de carne y lácteos. Weight Watchers también puede ser observado por veganos y vegetarianos, ya que su sistema basado en puntos no discrimina por preferencia, gusto o estilo de vida. Simplemente desaconseja los excesos de cualquier tipo (ya sea un consumo excesivo de carne o un consumo injustamente elevado de proteínas de soja o legumbres) y aboga por el control de las porciones.

El problema con la carne hoy en día, sin embargo, es que, por un lado, la gente tiende a aumentar su consumo y el tamaño de las porciones a niveles poco saludables. Por otro lado, la gran parte de la carne que se vende para consumo humano, que se encuentra en los supermercados de todo el mundo, proviene de granjas industriales y animales de bajo bienestar, sobresaturados con antibióticos y diversos suplementos de hormonas de crecimiento.

Siendo esta la realidad, es posible que la carne de laboratorio ya no parezca una alternativa tan cuestionable. Por un lado, si tiene éxito, este método de producción amenaza con superar a las granjas industriales, contribuyendo así también a la reducción de los niveles de contaminación que generan dichas instalaciones. El uso de la tierra, la alimentación animal y las emisiones de gases de efecto invernadero podrían eliminarse de la ecuación, si el tiempo demuestra que la carne cultivada en un laboratorio es una alternativa viable.

Desde un punto de vista dietético, los análisis de macronutrientes destacan el hecho de que la carne cultivada en un laboratorio tiene un mayor contenido de proteínas que las alternativas a la carne a base de vegetales (piense en tofu, soya, Quorn, etc.). lo que ahora queda por ver es si el consumidor promedio está listo o no para adoptar esta alternativa, sin importar qué tan viables hayan sido las pruebas hasta ahora. La investigación, financiada de forma anónima con 400.000 dólares, fue realizada por Mark Post de la Universidad de Maastricht.

El profesor anunció recientemente que realizará una cata pública, con la esperanza de generar conversaciones sobre un medio para la producción en masa de su invento. Mientras tanto, el favorito de PETA, Gabor Forgacs, investigador de la Universidad de Missouri, también se está acercando a la meta de producir la primera carne de laboratorio con sabor a vida real del mundo. Queda por ver cómo el público abordará este tema y si alguna vez aceptará o no la idea de comer algo que ‘creció’ en un laboratorio.

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