COP25: las claves y un bloqueo al cambio
Home » Blog »La ilusión se había instalado desde Chile hasta Madrid en las semanas previas a la celebración de la denominada COP25 bajo el lema «Tiempo de actuar». Era una Cumbre del Clima 2019 clave para el devenir ecológico o catastrófico del planeta que abandonaba la prevista sede del país latino para trasladarse a la capital española. Un viaje que también debía completar una de las caras más visibles de esta era por la lucha contra el cambio climático y la ecología: Greta Thunberg. Ella, junto a miles de jóvenes, acudía a la cita para comprobar que las demandas sociales y científicas se iban a abordar en consenso también con las principales ONG’s. Esas sumadas a la causa como las delegaciones de los casi 200 países que participaban y que debían llegar a un acuerdo aceptable.
Pero, una vez más, la cruel realidad -con disensiones- se ha impuesto al deseo, al optimismo, a la esperanza y a la defensa de un mundo que podría estallar algún día. Ese en el que los grados del calentamiento global superen incluso a los pronósticos de la ficción. El 3 de diciembre arrancaba ilusionante la maratón de jornadas para hablar variedad de temas que tenían un núcleo común. No obstante, se ha llegado a la meta sin que el ganador sea La Tierra. El bloqueo al cambio es manifiesto.
Claves, propuestas y lo negativo de la COP25
- El Acuerdo de París alcanzado en 2015 sustituirá al Protocolo de Kioto. Obliga a sus firmantes a controlar que la temperatura del planeta no supere unos límites considerados catastróficos por la ciencia. Para lograr esto, los países deben presentar planes de recortes de emisiones a la atmósfera, así como revisiones de los objetivos marcados.
- 84 estados se han comprometido a cumplir con ese primer punto ya en 2020. Pero entre ellos no están Estados Unidos, Brasil, China, India o Rusia. Esta negativa toma aún mayor relevancia si se tiene en cuenta que son los países que más cantidades de emisiones generan.
La activista sueca en la cumbre / Foto: @GretaThunberg
- Además, algunas de esas naciones que no quieren sumarse a los esfuerzos, desean que los derechos de emisión se arrastren desde Kioto. Algo que genera un doble riesgo y por lo que se niegan el resto de estados: una doble contabilidad de reducciones, así como un mercado repleto de créditos a bajo precio. Esto no favorecería la descarbonización de las empresas.
- La importante meta de cero emisiones para 2050 ha sido pactada por la Unión Europea, con la excepción de Polonia, que pide más ayuda para su transición energética, más costosa.
- En esta Cop25 también unos 28 países liderados por Costa Rica han expuesto los denominados Principios de San José con la intención de incorporarlos al acuerdo. Recogen once condiciones, siendo una de ellas bloquear tecnologías incompatibles con la reducción de gases.
La joven activista sueca Greta Thunberg también soltó en la cumbre unas palabras que evidencian algo y mandan un ‘recadito’ a los poderosos. Porque los ciudadanos deben liderar el cambio:
«Casi no se está haciendo nada, aparte de una contabilidad inteligente y relaciones públicas creativas. Hay esperanza, pero no viene de los gobiernos y de las empresas, viene de la sociedad y de las personas que comienzan a despertar»
Sin acuerdo para un planeta mejor
A pesar de los días dedicados y al esfuerzo de los países participantes, la COP25 no ha podido poner un buen broche. Porque el bloqueo del acuerdo final se ha mantenido desde el viernes 13 de diciembre, cuando debía finalizar la cumbre. Las dos soluciones globales para reducir gases de efecto invernadero y para gestionar los mercados de intercambio de derechos de emisiones de CO2 ha provocado disensión. Esa reflejada en también dos grandes grupos que no terminan de entenderse: por un lado, está la Unión Europea junto a varios países de Latinoamérica y otros; mientras al otro bando se sitúan China, India y algunas naciones tanto africanas como petroleras.
Como si dar un futuro mejor al planeta se tratase de una negociación política, las posiciones de unos y otros están bastante alejadas, de momento. Porque el segundo grupo le reprocha al primero que no aporte suficientes recursos para que sus países se puedan adaptar a los impactos del cambio climático. Mientras, la UE y sus aliados creen necesaria una mayor ambición de todos en la lucha contra el calentamiento de la Tierra.
En aras de desbloquear el asunto para que se inicie la etapa del cambio con los Acuerdos de París 2015 como guía, la presidencia de Chile está intermediando. Pero, eso sí, sin éxito mientras acecha el pesimismo. Ese que se está leyendo también en las declaraciones de varias ONG’s que no quitan ojo de esta COP25. Como tampoco lo hacen los indígenas y otros grupos vulnerables. Los borradores presentados por los líderes no convencen:
«Nunca he visto una desconexión tan grande entre la ciencia y lo que piden los ciudadanos y los negociadores de una cumbre», se lamenta Alden Meyer, de Unión de Científicos Preocupados. También desde Greenpece Internacional son tajantes. Su directora Jennifer Morgan asegura que «es completamente inaceptable» lo que se ha propuesto en unos documentos que solo generan caras largas y desesperanza. Una absoluta sensación de fracaso. El lema con el que arrancaba la gran cita de Madrid era real, muy bonito e incluso motivador. Pero lo cierto es que esta Cumbre del Clima Cop25 no será recordada con alegría. Quizás cuando se lea el libro de la historia mundial y se pase por este capítulo… ya sea demasiado tarde.
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