En Europa, el pangolín es una especie desconocida. Este mamífero, a veces llamado oso hormiguero escamoso (es el único mamífero del mundo que lo tiene), se considera, sin embargo, el animal más cazado furtivamente del mundo. Hay ocho especies de pangolines en el mundo: cuatro viven en regiones tropicales y ecuatoriales de África, otras cuatro en las mismas regiones del sudeste asiático. Todos están ahora clasificados como en peligro crítico porque sus poblaciones están en caída libre. La situación es tan preocupante que ahora hay un Día Mundial del Pangolín, que se celebra el tercer sábado de febrero, para alertar y concienciar al público sobre la difícil situación de este pequeño mamífero.
El pangolín es particularmente buscado por varias razones. En África, especialmente en Gabón, se caza para comer: la carne de pangolín se considera de hecho «carne de monte», o carne salvaje, y es muy popular entre algunos aficionados. Este animal también tiene un fuerte significado simbólico y es objeto de cacerías tradicionales y rituales. El pangolín también abastece a todo un mercado asiático, especialmente en el sureste del continente. Se sabe que su carne alivia el reumatismo, se cree que su bilis trata la vista y su sangre ayuda a promover la circulación sanguínea. En términos de medicina tradicional, a muchos países les gustan los pangolines: en China, pero también en Tailandia, Camboya e India, se dice que las escamas de pangolín tienen muchas propiedades curativas. Sin embargo, estas escamas están hechas simplemente de queratina, una sustancia que se encuentra en las uñas de las manos humanas o en los picos de las aves.
Caza furtiva a gran escala
Por estas razones, se estima que la caza furtiva de pangolines es la más importante del mundo, y las poblaciones de las diversas especies de pangolines están disminuyendo tanto que pronto podrían extinguirse. La mayoría de las ocho especies de pangolines, incluidos los tres asiáticos, están catalogadas como amenazadas o incluso muy amenazadas de extinción. Pero las medidas de protección aún no han entrado en vigor. Además, el pangolín es uno de los pocos animales que no puede soportar la vida en cautiverio. Su particular dieta, comportamiento y salud lo convierten en un mamífero muy pobre para la reproducción en cautiverio, y por tanto para la cría. La locura en torno al pangolín, su carne y sus escamas no se debilitan, el camino es, por lo tanto, libre para los cazadores furtivos.
La caza furtiva de animales salvajes es el cuarto tráfico más grande del mundo, según el Fondo Internacional para el Bienestar Animal. Los cazadores furtivos suelen formar parte de redes complejas y bien organizadas, que saben anticiparse y adaptarse a posibles cambios legislativos. Las consecuencias de la caza furtiva a gran escala incluso superan las ya dramáticas consecuencias de la desaparición de especies y la destrucción de la biodiversidad: cada año, muchos guardabosques mueren, atrapados en las actividades ilegales de los cazadores furtivos.
Consecuencias dramáticas
El tráfico de escamas y carne de pangolín ha aumentado drásticamente en los últimos años: entre 2014 y 2019, las incautaciones aumentaron un 200%. Casi el 90% de estas escamas han pasado por África occidental y central. Incluso si el beneficio del uso de estas escamas nunca se ha probado realmente para los humanos, el frenesí que los rodea corre el riesgo de la extinción total de estas especies. La desaparición de los pangolines tendría graves consecuencias para el medio ambiente y, en particular, el equilibrio de los ecosistemas: de hecho, estos pequeños mamíferos pueden comer hasta 70 millones de hormigas al año cada uno. Por tanto, juegan un papel crucial en el control de las poblaciones de hormigas y de los insectos en general; estos insectos mismos contribuyen al equilibrio de los ecosistemas aireando y fertilizando los suelos en los que viven. Sin los pangolines, las poblaciones de hormigas pero también de termitas aumentarían considerablemente, lo que correría el riesgo de modificar permanentemente el equilibrio de estas zonas, en particular los bosques tropicales.
Su reproducción es extremadamente difícil de obtener en cautiverio, lo que prácticamente anula la posibilidad de reproducción. Incluso en la naturaleza, las hembras generalmente se encuentran con los machos solo con fines de reproducción y, por lo general, solo tienen un pangolín pequeño. Además, el consumo de pangolín puede tener consecuencias dramáticas, aunque aún poco conocidas, para los humanos. El consumo de carne de animales silvestres, que incluye la carne de pangolín, puede tener repercusiones epidémicas y sanitarias muy peligrosas. En los “mercados húmedos”, estos mercados asiáticos húmedos, las condiciones de manipulación, venta y consumo de estas carnes silvestres y muy poco reguladas pueden dar lugar al brote de virus o epidemias.